Había una vez un perro
llegó otro, y habían dos.
YunHo bajó la
rendija con un suspiro en la boca incapaz de liberarse.
Era ya fin de
semana.
Y los chicos
de su edad comenzaban a salir de sus casas, ataviados en ropas caras o al menos
decentes, listos para alguna fiesta loca, más que dispuesto a terminar en la
cama con algún desconocido o perder el conocimiento debido al alcohol.
YunHo en su
lugar, se dispuso a desdoblar la chaqueta de su padre con sumo cuidado, sin
arrugarla demasiado, ni ser brusco.
Era lo único que
le había dejado, sin querer. Después de todo.
Porque
probablemente su padre había olvidado aquella prenda en la noche en que su
prisa por irse era más fuerte que su lealtad a la mujer que alguna vez amó y a
los hijos que concibió con esta.
O puede ser
también, que el trozo quemado en una de las mangas lo hizo desistir de llevársela.
YunHo no lo
sabía, el apenas tenía tres años cuando aquello ocurrió.
Se colocó la
chaqueta de gamuza verde sobre los hombros, todavía a sus diecisiete años le
quedaba horrorosamente grande.
La prenda
cubría todo su delgado cuerpo, la cintura pequeña y las caderas notables, parte
de los muslos rígidos. YunHo era más delgado de lo que un chico de su edad y
estatura debería ser. Pero eso no se debía a que no pudiera alimentarse
correctamente, todo lo contrario, YunHo se sentía mal por no poder rezar a
diario para agradecer el tener alimentos semicalientes todos los días en la
mesa.
Pero aunque no
se tratará de eso, soportar lo demás era demasiado.
Estar
preocupado, por si es que mamá de verdad cumple su palabra y no toma alcohol,
si es que su hermana está bien trabajando en casas ajenas por sí misma, si
es que alguien la molesta o si sus jefes no la tratan dignamente.
‘¿Todo bien JiHye?, ¿te hablan de forma
respetuosa?, ¿te tratan cómo un igual?’
A pesar de no
saber lo que haría si la suerte de JiHye no fuera tan buena cómo lo es y de
verdad tuviera que trabajar soportando a personas desagradables.
Por todas esas
cosas YunHo tenía que preocuparse.
Sin darse
cuenta terminó empujándose a sí mismo hasta el escalón menos importante de sus
prioridades.
Un escalofrío
le escoció el cuerpo.
Su jefe le
sonrió cuando él se despidió y salió por la puerta trasera sin hacer ruido.
El hombre
mayor dueño de la tienda y quien lo había aceptado en su local a pesar de ir a
pedir trabajo años atrás siendo sólo un chiquillo, era demasiado amable para
pedirle con su propia boca que no saliera por la puerta delantera.
YunHo siempre sonreía
mientras atravesaba el sucio marco de madera.
Él ya estaba
acostumbrado a ser alguien que las demás personas no querían ver.
Porque si esas
personas lo veían, se sentirían tristes, y no podrían degustar sus platillos
caros y no tan deliciosos cómodamente, los cuales costaban más del sueldo de
diez días de YunHo.
Si. Él debía
ser considerado con esas personas, con esas personas que tenían padre y madre,
hijos y pareja seguramente, que tenían un techo propio y alguien que limpiaba
sus casas a cambio de una miseria.
Si. Él debía
ser muy considerado.
Las botas
negras de YunHo fueron llenándose de esa nieve con tinta sucia y negra.
Su instinto de
lacayo, adquirido de mala manera a través de los años, le hizo querer lamer
toda esa nieve impura, manchada por la mugre, para que aquellos zapatos de
charol caros y botas de lana no fueran a pisar tal atrocidad.
Tuvo el deseo
de limpiar la nieve para un montón de desconocidos engreídos y falsos.
No para sí
mismo.
JunSu entró en
su campo visual poco a poco.
Estaba sentado
sobre el respaldo de una banca de metal, tenía las manos en las bolsas de su
delgada chaqueta de piel sintética de mala calidad y un cigarro yacía entre sus
labios.
YunHo llegó
hasta él, jaló el cigarro por la colilla y lo tiró al suelo.
JunSu
reaccionó dando un brutal grito de molestia.
— ¡Eh!, ¿tienes
idea de cuanto me costó? —chilló, empujando a YunHo cincuenta centímetros lejos
de él.
—No, pero sé
que pudiste haber comprado más comida en lugar de eso—YunHo respondió
simplemente, tomando asiento en la banca, JunSu bajó de un salto del respaldo y
se sentó a su lado.
—Basta con
eso. Sabes que en mi casa cada quien ve por sí mismo.
YunHo dejó
volar su mirada por sobre la bonita cara de JunSu.
Cualquiera que
supiera que para él JunSu era hermoso, le diría que estaba ciego.
JunSu alguna
vez fue hermoso.
Ahora, en
lugar de toda aquella hermosura cristalina y fresca, una gran y regordeta
cicatriz le atravesaba la cara, desde la ceja izquierda hasta el mentón.
Producto de una pelea callejera dos-uno seis años atrás.
Debido a que
en la casa de JunSu cada quien velaba por sí mismo, nadie había acudido a
ayudarlo. Ni siquiera su mellizo, JunHo.
YunHo sentía
su pecho caliente cada que recordaba a JunHo alzando sus hombros cuando él
preguntó por JunSu, un día que habían quedado de verse y el menor no apareció.
El día que
JunSu obtuvo esa cicatriz.
— ¿Por qué debería saberlo?, ni
siquiera me importa. Piérdete de una vez.
Mas incluso
por quererlo tanto, YunHo se había mantenido al lado de JunSu, aguantándole todo,
soportándolo, cuidándolo, porque JunSu no tenía a nadie más que a él.
JunSu no amaba
a nadie más que a él.
Y él tenía que
hacerse responsable por eso.
—Tengo café en
casa—dijo—y fuego para calentarlo.
JunSu sonrió
de aquella forma brillante.
De esa forma
que hacía su gran cicatriz invisible y su sonrisa demasiado grande.
—Está bien.
hsahjfhjadgfajdhghadgka♥
ResponderEliminarFue tan *wwwwwwwwwwwww*
Muy hermoso *-----------*♥
Gracias por escribir *wwwwwwwwwww*
♥~~~~
adsads .. FueTierno .. T^T .. Yunnie Cuida Siempre a Junsu 3: si -depress- Dx
ResponderEliminarMe la volvi a leer xD ..
ResponderEliminarMe encanto n serio .. junsu el solitario que a la unica persona que tiene es yunho .. Y Yunnie todo tierno .. siempre cuidando a sus dongsaens .. T^T .. me encanto
♥