sábado, marzo 08, 2014

Listones rojos

Los listones rojos bajaban y subían, caían sobre los muslos de SiWon, los acariciaban y volvían a subir. El cabello negro, brilloso, se deslizaba amable por la piel de sus piernas, siguiendo fielmente el movimiento estrepitoso de la cabeza.

SiWon exhaló con fuerza, sintiendo cómo YunHo mordía juguetonamente la punta de su pene, YunHo engulló el miembro en su boca por completo, mientras los dedos pellizcaban con ternura los testículos blandos, SiWon lanzó una maldición y colocó una de sus manos sobre la cabeza de YunHo, empujándolo hacía abajo. Entonces sintió un movimiento rápido y una presión en la parte baja de su cuerpo.

— ¡¿Qué mier…?!

YunHo había introducido un dedo en el ano virgen y tenso de SiWon.

Presa del pánico y enojado al mismo tiempo, SiWon empujó de sopetón a YunHo, sacándole de la boca su propia carne erecta y roja, y el dedo inocente fuera de su cavidad.

—Nada de eso, mierda—bramó—no me vengas con guarradas.

YunHo agitó las faldas anchas de su vestido, que tirado cómo estaba, se infló cómo globo, gracias al aire infiltrado. Sonrió desde el piso, intentó levantarse pero los zapatos de tacones altos se lo impidieron, seguido de un puchero decidió arrastrarse por el piso hasta llegar a Choi, mientras lo hacía, los listones en su cabello se agitaron con fuerza, viajando de sus mejillas hasta por encima de su cabeza.

Choi idealizó el mismo movimiento con los mismos listones, cuándo su pene estuviera siendo engullido por el agujero tierno, insaciable y goloso de Jung, el movimiento de arriba abajo, perfecto en su orden, llenador, hacía a su cuerpo emocionarse, así el enojo se disipó, su orgullo herido fue ignorado cuándo la lujuria y el deseo brotaron.

YunHo llegó a su lugar; sentado entre las piernas de SiWon. Le sonrió con ternura mientras tomaba la longitud entre sus grandes manos. Se mordió los labios con timidez e, inclinándose mínimamente, acercó los labios puestos en flor y le besó la punta del pene. Como si este fuera algo precioso, único en el mundo; algo que merecía que venerado.

La lujuria y el deseo que había salido a flote en SiWon, fueron desplazados por la ternura real que vibró por todo su cuerpo en ese momento.

Sonrió y se rio, acarició el pelo de YunHo, negro, largo, acarició uno de los listones rojos mientras Jung le sonreía, y luego lo golpeó con suavidad en la cabeza, moviéndosela a un lado.

—Idiota—acusó.

Y los listones rojos se agitaron.

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