La cola de YunHo se encrespó contra sí misma. Las puntas
de las orejas le temblaron.
Afuera, la lluvia caía con fiereza y unos cuántos rayos
sobresaltaban de vez en vez la fragilidad de sus oídos. Era de noche ya, y el
frío se colaba sin piedad alguna por los pasillos de la casa, hasta llegar a la
habitación de YunHo que aún cubierto con una manta, sentía el viento frío en la
piel.
ChangMin estaba trabajando en alguno de sus proyectos,
quizá ignoraba incluso, que afuera una pequeña pero fuerte tormenta eléctrica
se llevaba a cabo. YunHo no lo había visto desde hace unas tres horas. Había
aprendido ya, —por las malas—, que cuándo ChangMin trabajaba en algo, no se le
debía molestar. Alguna vez, sintiéndose valiente, irrumpió en el silencio de la
inspiración de Shim, y obtuvo jalón de orejas y de cola en un conjunto
extremadamente doloroso.
Y se prometió a sí mismo que jamás volvería a sufrir algo
así.
Allí estaba entonces, hecho un ovillo entre todas las
sábanas de la cama, enroscado lo más posible, tratando de bajar las orejas para
percibir cuánto menos pudiera de la tormenta y sus ruidos.
Y entonces su propio “silencio” fue irrumpido. Primero
fueron los pasos tenues y lentos. Luego, el ruido de la puerta al abrirse y
segundos más tarde, el sonido del colchón cediendo contra el peso de otro
cuerpo.
— ¿Estás asustado? —preguntó la voz de ChangMin, colando
una mano amplia contra el bulto que era su cuerpo.
YunHo se abstuvo de contestar. Podría ser un gatito y
todo, pero no iba a admitir que sentía miedo por algo tan simple y tan minúsculo
cómo unos ruidos creados por la naturaleza.
Sin embargo un gran trueno sonó esta vez, y casi sin
querer, oprimió su cabeza contra la mano de ChangMin, en busca de un poco de
apoyo. ChangMin lanzó una risita, rápida pero burlona, y YunHo salió de su
tibio encierro.
— ¿No deberías estar trabajando? —reclamó, aunque sus
orejas bajas delataron lo solo que se sentía.
ChangMin sólo lo miró por un momento. Luego suspiró y se
dejó caer sobre la cama; las manos bajo su cabeza.
—Ya termine. No te preocupes pequeño.
YunHo arrugó la nariz ante el mote, aunque era verdad,
técnicamente, sólo tenía cuatro años de edad.
Así que agitó las orejas y se lamió el dorso de la mano.
ChangMin lo jaló hacia abajo sin previo aviso, buscando
sus labios para besarlos, y cuándo lo logró, dejó escapar un gemido extasiado y
cómo siempre, satisfecho.
La lengua rasposa de YunHo volvía loco a ChangMin.
Era preciosa. La textura, la sensación, el hecho de que
nunca estaba ni fría ni caliente y que era tiernamente más delgada de lo que
era una lengua humana.
YunHo lamió los labios de ChangMin por fuera, cómo lo
haría para ayudar a asearse a un amigo gato, y luego se alejó. Fue a un lugar
apartado de la cama y comenzó a acomodarse para dormir la siesta.
ChangMin llegó a su lado, y YunHo tuvo que —a su pesar—,
colocarse de modo que su cabeza quedará sobre el pecho de ChangMin, logró el
acometido y cerró los ojos, esperando por aquel sueño rápido, apacible y libre
de culpas del que ChangMin tanto estaba celoso.
—Te quiero—escuchó decir a ChangMin.
Pero cómo siempre, no contestó nada. Nada en idioma humano
al menos.
Lanzó un maullido, aquel maullido agudo y suave, infantil
y casi inaudible.
Lo que ChangMin no sabía era que aquel maullido más agudo
que el ir y venir de un mosquito, significaba ciertamente un “Yo también te
quiero”.
Pero tampoco es que YunHo este muy entusiasmado por
decírselo tampoco.
Se encontraba bien así; con ChangMin pensando que maullaba
sin sentido ni orden alguno.
Amooo a los gatos y mas si es alguno de ellos >.<
ResponderEliminarDivino -taldeo intenso-
Gracias Rie -le lanza amor ghei-
<3~
Aw !!! fue lo mas adorable que e leido en mi vida :3 !!
ResponderEliminarYunho Neko !! tan kawai , changmin-ah , cuida bien de ese gatito que tanto te ama ♥
, despues de tanto tiempo :) por fin volvi ,, esas encantadoras historias que tanto am0 !!!! ♥
Te adoro nena , siempre haz hermosas historias :3