Tiempo

El tiempo no se detiene, el tiempo no para por mucho que ruegues con el rostro escondido de la vergüenza. El tiempo sigue, continua su rumbo torturándote mientras tú buscas nadar por la tormenta hacia el pasado, sin obtener nada.

YooChun había creído toda su vida eso, de que el señor Tiempo era egoísta y no detenía su caminar aún si todos en la tierra le rogaran por ello. 

Lo que no sabía era que también era sádico y estaba dispuesto a traicionar su propia ética y detenerse, solo para hacer de una ráfaga de sufrimiento un gran pesar.

YooChun lo sabe, se enteró de ello cuando han pasado los segundos—siglos—con YunHo,  sosteniéndole la mirada para luego dirigirla al fin a otro lado, a su té.

YooChun mira el reloj plateado en su muñeca. Seis segundos más pasan.

Y él siente que han sido por lo menos diez años.

—Hace mucho calor, ¿no quieres quitarte el saco?

—Me gustas, YunHo. Lo suficiente para seguir.

Jung mira hacia abajo, menea la cabeza a un lado y al fin busca sus ojos, mientras por dentro YooChun se muerde la lengua.

—Déjalo YooChun, por favor termina esto ya, ¿quieres entregar tu saco a mi mayordomo? —hace un ademan señalando al hombre mayor al lado de la puerta, que los ha estado mirando y oyendo durante todo el rato.

Como una estatua, con la mirada al frente. Sin mirar nada. Sin criticar nada. Sin respirar siquiera. Solo esperando.

YooChun mira al hombre y regresa la vista a YunHo, quien mueve la cucharilla dentro del té solo por hacer algo.

—Me quito el saco si me dejas quitarme todo en tu habitación.

YunHo no ha dado respuesta alguna, YooChun descruza las piernas, camina hacia el mayordomo y le entrega el saco.

—No tiene que mostrarme la habitación, se por donde ir—dice y el hombre asiente.

No voltea ni una vez atrás, no quiere ver cuando YunHo se levante, cierre la puerta y regrese, de nueva cuenta a su reunión de negocios.

YooChun sabe que luego de eso el esposo de YunHo clamara atención. Jung se la dará, con la maldita cara de excitación forzada.

Después y como si se tratara de una rutina —cosa que en realidad era—, YunHo ira a su pieza y dormirá al lado de su cuerpo desnudo.

Sin hacer nada. Sin sentir nada. Sin follar ni un poco.

YooChun llega a la conocida habitación y se desviste, dejando desnudo su empaque blanco de porcelana, aquel que YunHo no ha mordido por más de seis meses.

Sabe que, por al menos once horas más, estará solo.

Ansiando la sensación del cuerpo de YunHo envuelto en una tela delgada de pijama, al lado del suyo. 

Casto como —desde hace poco— siempre.

Tocan a la puerta.

Abre.

—La comida señor.

El mayordomo de siempre, el de antes. La misma respuesta “Sobre la mesita de noche, por favor”, mientras busca unas monedas en el bolsillo del pantalón y se cubre entre las piernas con el mismo.

—Tome—dejar caer un número de monedas sin contar, pero considerable.

—No es necesario señor.

—Lo se—cerrar el puño del anciano con las monedas dentro—pero quiero que las tome, las gaste y las disfrute ¿ok?

El mayordomo asiente, agradece una vez más y YooChun puede jurar que casi se le escapa una sonrisa.

El hombre sale y YooChun se queda dentro, como siempre.

Y la misma pregunta fugaz se materializa en la mente del anciano.

¿Porque Jung YunHo no dejaba al insufrible de Kim JaeJoong y se hacia esposo por fin, de aquel joven amable?

Bah, tonterías de su jefe.

Lo siento, lo acabo de escribir.
Me sedujo y logró ser publicado al instante.

Tan infame él~~♥