ChangMin se quedó de piedra, boquiabierto.
La
chica parada frente a él era todo lo que alguna vez había pedido, enumerando
uno a uno los requisitos que conformarían a su mujer perfecta.
Alta,
guapa, sofisticada, sexy, con un dejo de altanería que resultaba sensual y
atrayente. Tal vez de buena familia y con dinero, completamente consciente de
los muchos pretendientes que tenía en la bolsa y el valor de su persona.
Esa
misma mujer, que ChangMin había visto bajar de su automóvil lujoso color negro,
estaba frente a él alzando levemente una muy bien depilada ceja.
La
mujer se quitó los lentes de sol con un movimiento y agitó su larga y tupida
cabellera negra.
— ¿No
me escuchaste? —preguntó, con cierta impaciencia.
Para
ChangMin fue difícil hacer que las palabras salieran de su boca, tragó saliva y
contestó.
—Sí,
te escuche.
Sus
nervios hicieron a la mujer sonreír, pensando tal vez que todo se debía a ella.
Pero
ChangMin internamente —aunque quería negárselo—, sabía que no era así.
Deberíamos empezar a salir juntos. Probar,
ver qué tal se dan las cosas. Tú no tienes a nadie ¿cierto?, y de alguna forma
para mí, resultas interesante.
Esas
habían sido las palabras de la chica, quién le dijo era modelo, y yacían
repitiéndose en la cabeza de ChangMin a una velocidad alarmante.
La
modelo le hablaba de forma segura, demasiado segura al punto de resultar
arrogante, y se expresaba de manera que daba a lucir el hecho de que ella pensaba
que de ninguna manera sería rechazada.
Que
nunca sería rechazada.
Arrugó
la nariz ante ese pensamiento, ella lo hacía sonar como si le estuviera
haciendo un favor, ¿así es cómo todas las modelos te piden salir con ellas de
forma sentimental?
Además
era la primera vez que una chica tomaba la iniciativa con él y siendo va de
obvio, ya que aquella era su primera “cita”, si se podía llamar así a un
encuentro fortuito en un club de moda.
Ella
no sonrió en todo el rato, le pasó un número escrito en una pequeña hoja color
beige de caligrafía envidiable, luego ante sus ojos agregó una fecha, una hora
y un lugar, dijo las estoicas palabras “hasta entonces” y desapareció tras
muchas otras siluetas del club.
A
pesar de lo que ChangMin creía, aquel encuentro no le emocionó, demasiado frío,
demasiado ligue cliché, y resultaba ridículamente obvio que ella se había
obligado a irse tan precipitadamente únicamente para causar impacto a su
conquista.
Resultó
todo lo contrario, Shim sopesó el hecho de no ir a la supuesta cita para dos
planeada sólo por uno.
¿Qué
creía esa chica?, ¿qué no tenía otras cosas que hacer?, ¿qué no tenía planes?,
¿qué no tenía una vida que atender, un trabajo, una universidad?
Le
molestó mucho el hecho de que ella no tomara en cuenta su tiempo y sus
responsabilidades para poner fecha, ni siquiera un “¿estás libre el —?”
No. Se
limitó a ser arrogante hasta decir basta cómo si ChangMin le hubiera suplicado
por una oportunidad para verla.
Quizá
aquella chica estaba acostumbrada sólo a eso, a pretendientes que darían mucho
o todo por una oportunidad para conquistar su persona.
ChangMin
se sorprendió a si mismo dándose cuenta de que él no estaba en esa categoría, a
pesar de que la joven era su mujer perfecta hecha real. Incluso superando sus
expectativas.
No lo
entendía.
Dentro
de la pequeña platica que tuvo con ella en el club, se enteró de que la joven
se dedicaba al modelaje desde los dieciocho y que se llamaba Bianca.
Ahora,
en esta su primera cita —o segunda, si se contaba su encuentro en el club—, ella
había sido clara. Su intención era salir con él y ChangMin sinceramente no
sabía que pensar.
Así
que tomó su copa entre los dedos, y la miró con coquetería.
—Voy a
tener que pensarlo.
Y ella
se lo creyó, creyó que esa era su frase de ligue, de contraataque, la forma de
hacerle creer que no era un hombre fácil.
Así
que le sonrió, y pasaron los siguientes cuarenta minutos hablando de
nimiedades, que ninguno de los dos recordaría dos días después.
ChangMin
salió del restaurante con otra nota color beige, y otro lugar, fecha y hora que
él no había elegido. Se montó en su automóvil y manejó hacia su departamento
con la mente en blanco.
Apenas
llegó se tumbó en el sofá, y suspiró.
Miró
la nota una vez más.
La
fecha era en dos día, una fecha muy rápida para un ligue.
El
asunto comenzaba a pesarle.
—Bienvenido.
ChangMin
alzó la cara perezosamente. YunHo tenía puesta su pijama, ese pijama ridículo de
pantalones estampados del osito Pooh y capucha con orejitas amarillas. El
cabello negro lo tenía revuelto y mojado, con algunas hebras pegadas a su
frente.
—Hola—saludó.
El
radar ChangMin-tiene-algo de YunHo se activó de inmediato.
Jung
fue a la cocina sin medir palabra, hizo dos paquetes de palomitas y cuándo
estuvieron listas se sentó al lado de ChangMin, con la primera película de Star Wars comenzando en la tele.
—You are the best, hyung.
—
¿Eh?, ¿qué?
—Nada,
tengo examen de inglés mañana.
Al día
siguiente, ChangMin no fue capaz de encontrar la nota beige, y por alguna
razón, tampoco le preocupó demasiado.