YunHo
sorbió de su café y abrió la puerta simple de madera y perilla dorada, su
apariencia era descuidada cómo siempre, con los cabellos negros alborotados,
cada uno inclinado hacia el lado elegido, y el armazón negro cayendo
perezosamente sobre el puente de su nariz. ChangMin apenas le dedicó una
mirada, conociendo todo lo que le concernía del hombre, sin necesidad de
observar más. YunHo se paseó por la oficina un poco hasta terminar sentado
frente a ChangMin, los ojos aún los tenía cansados, con líneas negras bajo las
pestañas inferiores y una señal de “tengo
sueño” escrita en toda la cara. Sin embargo, no subió a su coche y fue a
casa en cuanto pudo, prefirió quedarse, sentarse frente a ChangMin y, con aire
entusiasta mal disimulado, preguntar:
— ¿Cómo
está?
ChangMin
logró revisar tres hojas más antes de contestar.
—Elimina
el capítulo 5, alarga el 6 y disminuye el primero—declaró finalmente, sin
volcar en ningún momento los ojos grandes de las pulcras hojas para mirar a
YunHo.
— ¿El
capítulo 5?—se exaltó YunHo, con el entusiasmo volando ya muy lejos de su
cuerpo— ¿por qué?
—Es
innecesario.
—Pero
es mi capítulo favorito—refutó, tristemente. Sonando a los oídos de ChangMin
cómo un niño.
—Entonces
te gustan las cosas innecesarias.
YunHo,
sintiéndose insulso cómo cada vez que ChangMin editaba algo que a él le
encantaba, quiso contradecir al editor, pero no pudo.
Con un
suspiro anunció su derrota.
—Me voy
a casa—se levantó de su asiento y antes de salir, miró hacia atrás—no trabajes
hasta muy tarde.
La puerta
sonó, y ChangMin detuvo sus acciones por sólo unos segundos.
Unos
muy pocos.
La casa
editorial estaba vacía cuándo YunHo la dejó, en la puerta se despidió del
portero y buscó su solitario coche. ChangMin no tenía, por alguna razón que
YunHo prefería no preguntar. Quizá una cuestión sobre el medio ambiente.
Introdujo
la llave y la hizo girar, el motor del carro sonó cómo el dulce ronroneo de un
gato al recibir a su dueño. YunHo salió del estacionamiento, e inició su
camino.
—Creí
que nunca saldría de aquí.
—Yo
también. La primera novela que hizo vendió sólo cien ejemplares en seis meses,
nunca pensé que obtendría una oportunidad cómo esa.
YunHo
oprimió el botón superior izquierdo de la cafetera, y esperó, detrás de él dos
colegas editores hablaban ávidamente.
— ¿Alguna
vez editaste algo suyo? —preguntó el castaño, de nombre americano. ¿Ricky?,
¿Lawrence?, YunHo no lo sabía, pero debía ser uno de esos dos.
—Si.
Fue un cuento corto, él es realmente bueno pero, hablando sinceramente, no
sentí que fuera “especial” —el
segundo partícipe de la conversación era KyuSoo, hombre maduro y tranquilo.
YunHo recordó conocerlo la primera vez que pisó la editorial.
—Sí,
tienes razón. Después de todo, pocos son los que realmente vuelan.
—Disculpen—llamó
YunHo, rendido ya a su curiosidad— ¿de quién están hablando?
Los
editores se miraron mutuamente.
— ¿No
lo sabías? JaeSuk recibió una oferta laboral de Heaven, la gran editorial—respondió Ricky, o Lawrence—aceptó.
YunHo
agradeció con su asentimiento, la sorpresa metida en los poros, —también un
poco de envidia—, y se retiró con su vaso de cartón lleno de café.
El
sonido de la puerta sonando tan lentamente, hizo que ChangMin mirara hacía
arriba.
—Aunque
sea tan necesario para ti, no deberías tomar tanto café.
YunHo
no respondió hasta que estuvo sentado en su asiento, el izquierdo, el derecho
no porque la silla estaba tan, pero tan vieja, que le daba pavor confiar su
estabilidad a algo que resultaba inseguro.
— ¿Ya
oíste lo de JaeSuk? —cuestionó entonces.
— ¿Oír?
—se burló ChangMin—fui yo quien autorizó su retiro antes de cumplir el
contrato.
YunHo
abrió la boca y omitió un “o”.
Y
también un “cierto, eres el dueño de la editorial”.
—ChangMin—lo
llamó, minutos después de sólo oírse el sonido del trabajo arduo de Shim— ¿por
qué…?
—No lo
preguntes—interrumpió él—ya te dije que no lo preguntes.
YunHo
hizo una mueca, se quitó los lentes y los colgó del cuello de su playera, y
tomó su café a dos sorbos.
5
minutos después, se levantó.
—Voy a
empezar a cobrarte el café—advirtió ChangMin.
Entonces YunHo se sentó de nuevo.
YunHo
sonrió hacía la portada, hecha de colores azules en diferentes tonos por Kibum,
el chico del diseño. Respiró profundo y abrió el libro. Las hojas eran
amarillentas y emitían un olor conocido y querido. Volvió a la portada.
Debajo
del título, Diez días de luna, estaba
su nombre, su nombre real, no un seudónimo porque no tuvo cabeza para pensar en
uno cuándo el momento de publicar su primer libro llegó.
— ¿Por
qué tan emocionado?, parece que es la primera vez que ves un libro—se anunció
ChangMin, entrando en la oficina con una carpeta en las manos.
—Es mi
décimo libro—dijo YunHo, cómo si ChangMin no lo supiera.
ChangMin
divisó el vaso para café sobre el escritorio, del lado de YunHo, lo tomó entre sus
dedos. Vacío.
—También
es tu décimo café del día, ¿por qué eso no es especial?
YunHo
le sonrió sin responder y ChangMin supo que ese era uno de esos días dónde Jung
estaba lo suficientemente feliz —o drogado—, cómo para no ser afectado por
ninguno de sus comentarios sarcásticos. Así que decidió cooperar.
—Felicidades—dijo,
esforzándose por no hacerlo sonar frío o cálido. Buscaba un término medio.
YunHo dibujó con sus labios un “gracias”, sin sonido pero lleno de emoción.
ChangMin pensó algo por un momento y finalmente habló, acomodando su posición
en su asiento—te invito a cenar hoy. Para celebrar.
Los
ojos de YunHo brillaron y asintió varias veces, infantilmente entusiasta.
Cómo
siempre.
—Comiste
demasiado.
—Fuiste
tú quién dijo que podía hacerlo. Además no fue mucho.
ChangMin
prendió la luz de su oficina, y la silueta de un hombre mayor se hizo notar.
Sentada sobre su silla, cómo si le perteneciera de toda la vida. Y así era.
—Padre—suspiró
ChangMin, con las cejas fruncidas ya, rápidas especialmente para realizar ese
gesto— ¿qué haces aquí?
El
hombre miró a su hijo, y al acompañante de este. Su expresión lució sombría
antes de mostrar una simpática sonrisa a la que no le faltaba ningún diente.
—Vine a
celebrar el décimo libro de nuestro YunHo, por supuesto.
El
hombre se levantó y extendió los brazos, YunHo corrió a recibir su abrazo y
ambos hombres parecían padre e hijo. ChangMin rodó los ojos.
—Muchos
escritores no llegan ni siquiera a publicar un libro, y tú has publicado diez
ya, muchacho. Nunca pienses que lo que has hecho es poco—el señor ChaeSung
extendió su vaso y YunHo sirvió soju en el—hay momentos dónde te vas a
deprimir, eso es normal. Esto es así—el hombre tomó todo de un trago y extendió
una vez más su vaso.
—Este
es uno de esos momentos—declaró YunHo, rellenando el vaso de quién era cómo su
padre en su carrera de escritor.
— ¿Eh? —preguntaron
incrédulos los dos hombres, ambos Shim.
— ¿Por
qué? —cuestionó el mayor.
—JaeSuk
acaba de obtener una muy buena oferta de trabajo, y realmente tuve envidia de
él. Aunque es mayor, comenzó su carrera después que yo, y tiene en su haber
seis libros publicados. Sé que la cantidad no es importante, pero aun
así…comencé a preguntarme si lo que yo estaba haciendo estaba bien. Lo
suficientemente bien.
El
hombre mayor escuchó con atención, ChangMin arrugó el ceño y con tono molesto
reprendió a YunHo.
— ¿Por
qué no me lo habías dicho?
YunHo
lo miró, con aire de disculpa.
El
señor ChaeSung buscó los ojos de YunHo y dijo paternalmente.
—Ya
llegará tu momento muchacho, estoy seguro.
Yunho toma demasiado cafe , Changmin aunque no lo quiera aceptar , ya que le quiere cobrar el cafe a Yunho xD , se preocupa por el , :) me encanto el primer capitulo :3 , !
ResponderEliminarAhh ! se siente bien Leer tus Fanfic's , pa mi que son alimento xD !!