Soul

YunHo dejó escapar aire en un suspiro.

Tiró la mochila en el piso y se quitó los zapatos. La casa estaba en penumbras.

Cómo fue avanzando prendió una a una las luces, no le gustaba la oscuridad porque le recordaba la soledad. Y eso era algo que sentía mucho últimamente.

Calentó un poco de agua para prepararse un café, sonrió en cuanto los granos comenzaron a caer dentro del aparato que ChangMin había comprado para el consumo de café de ambos.

—ChangMin —dijo en voz alta. Escuchó el vacío como respuesta y sintió un escalofrío en su espalda.

ChangMin.

Cuando terminó su café dejó la taza en el lavabo dispuesto a irse a dormir, pero dos pasos fueron suficientes para regresar y lavarla cuidadosamente.

—A ChangMin no le gusta que deje trastes sucios —se dijo, animándose a si mismo a pesar del frío hiriente en sus manos debido al  agua ya que el clima invernal no ayudaba tampoco.

Se secó las manos con una toalla y se puso el pijama, apagando todas las luces de la casa excepto la de la habitación.

Se metió entre las sabanas y revisó el reloj.

Las once en punto.

ChangMin había prometido llamarlo en cuanto estuviera libre y YunHo sabía que los deberes del menor acababan a las once.

Tomó la almohada de ChangMin y la abrazó contra si, dos días bastaron para que se arrepintiera de darle el permiso a ChangMin para ir a auxiliar a su padre en aquel campamento que el señor Shim dirigía.

Pero YunHo odiaba pensarse cómo un infantil egoísta, ChangMin le estaba haciendo un favor a su padre y él debería estar orgulloso de tener un novio tan bueno y comprometido. Pero, ¡es que lo entristecía mucho no tener a ChangMin allí!, a su lado.

Además el menor le había pedido permiso, ¡a él!

Por primera vez había bajado la mirada, demasiado avergonzado para verlo de frente, le había acariciado una mano y preguntado, ‘¿esta bien para ti?’

¿Qué más habría podido decir YunHo aparte de ‘que te vaya bien’?

El campamento duraba dos meses. 

Dos meses sin ChangMin, sin su gruñido por la mañana al apagar la alarma, sin su ‘joder, yo me bañare primero porque tú tardas una vida allí dentro’, sin sus comentarios llenos de aquel tono tosco, demandante y atractivo.

Sin sus palabras dulces y su preocupación excesiva escondidos en acciones que sólo YunHo podía descifrar.

Despertar, desayunar, ir al colegio a sus clases de verano –malditas matemáticas-, pasar el rato. Todo sin él.

El teléfono sonó en su mano. Eran las once y treinta.

—Llamas tarde.

 —Si hola cariño, yo también te extraño mucho, que lo sepas ¿eh?

—ChangMin... —YunHo sintió sus ojos húmedos y la voz a punto de quebrarse. Se tapó los ojos con la palma de su mano — ¿cómo estas?

—Apenas ha pasado un mes y medio y ya me llamas ‘ChangMin’ dime, ¿si te llamo mañana seré ‘Shim-shii’?, se nota que ya tienes con quien divertirte YunHo.

YunHo sonrió dejando escapar un sonido que ChangMin atesoró con los ojos cerrados.

—Aún eres ‘ChangMinie’, pero al parecer yo me convertí en ‘YunHo’ ¿no?

Sus conversaciones no tenían principio ni final, eran puras cosas triviales que sabían no tendrían el valor de decir si estuvieran en otra situación.

Demasiado estúpidas para la coherencia.

—He estado bien —carraspeó ChangMin cambiando de tema — y, ¿cómo ha estado mi Yunnie?, ¿no ha muerto por algún accidente idiota ni se ha cortado mientras intentaba cocinar?, mi Yunnie es muy torpe y amable, ¿nadie le ha hecho daño?

Una lágrima al fin escapó de los límites que marcaban los ojos de YunHo, se deslizó con suavidad por su mejilla mientras la voz de ChangMin sonaba.

—Yunnie te extraña tanto que se muere.

YunHo estaba preparado para oír una pequeña risa por parte de ChangMin, pero en lugar de eso un suspiro pesado fue transmitido por la bocina de su celular.

—Dile que es un idiota. Falta medio mes. Y ChangMinie también lo extraña tanto que murió hace tiempo.

— ¿Qué hace falta para revivirlo? —preguntó con voz baja, siguiendo el hilo incoherente de la conversación llena de suspiros.

ChangMin dudó en el otro lado, arrastrando su timidez fuera de la conversación.

—Un beso.

YunHo dejó su celular en la mesita al lado de su cama luego de darle las buenas noches a ChangMin.

Se cubrió con la sabana y abrazó fuertemente la almohada de ChangMin a la cual había bautizado como ‘Minnie’.

Medio mes no es mucho YunHo, medio mes no es mucho.

Repitió mientras esperaba que el sueño lo arrastrara a su descanso.

YunHo se  levantó de su cama, la habitación era iluminada por rayos de luz blancos que le hicieron parpadear hasta acostumbrarse a ellos.

Tenía puesta la misma ropa que el último día que estuvo con ChangMin.

— ¡ChangMin! —exclamó, con una voz que parecía incapaz de perturbar cualquier espacio.

Sabia donde estaba ChangMin, era sólo cosa de ir por él.

Tomó el pomo de la puerta entre sus dedos y sin que se diera cuenta, algo que lo unía a alguien en la cama crujió, rompiéndose.

Tenía que ir con ChangMin, encontrarlo y besarle los labios hasta que se le volvieran rojos.

La puerta se cerró, pero ningún ruido fue provocado debido a ello.

El cuerpo en la cama seguía caliente.

Cuando amaneció, los rayos de sol se colaron por las cortinas, cayendo sobre el frío cuerpo de YunHo.

ChangMin abrió la puerta del departamento con gran cuidado, haciendo el menor ruido posible, dejó sus pertenencias en uno de los sillones y el abrigo que llevaba puesto.

Debía cuidar sus expresiones y las palabras que diría a YunHo, había pensado incluso en mentirle y decir que el campamento se había acortado por falta de ánimos por parte de los niños pero lo desechó rápidamente, diciéndose que debía ser honesto con su novio.

Después de todo ChangMin no esperaba menos de una relación con su mejor amigo. Una relación honesta y estable.

Respiró profundamente, sintiéndose nervioso al oír el ruido que él mismo provocaba. Abrió la puerta de la habitación que compartía con el mayor.

Allí estaba, ¡al fin!

Acostado en la cama abrazando una almohada débilmente, con los ojos cerrados, luciendo las largas pestañas debido a esto.

ChangMin sonrió, habría querido encontrarlo despierto para abrazarlo y llenarlo de besos, verlo así le hacia sentir incapaz de despertarlo.

Pensó en dar media vuelta y preparar un buen desayuno pero decidió obtener algo a cambio por su regreso repentino.

Se inclinó sobre YunHo y le besó la frente.

Fría.

La boca se le abrió en sorpresa, era invierno pero YunHo estaba helado hasta niveles infames.

Lo sacudió por los hombros, llamándolo por su nombre, una vez, otra más.

ChangMin no quiso darse cuenta hasta que sus dedos rozaron la muñeca de YunHo y su cara se pegó a la suya.

YunHo no respiraba. YunHo no tenía pulso. Y estaba frío, cómo la nieve que aún no se dignaba a bajar del cielo.

Un delgado hilo rojo iba desde uno de los dedos de YunHo, bajando por la cama hasta extenderse por el piso. Estaba roto. No era muy largo, y fue roto porque fue halado bruscamente.

El hilo sólo llegaba hasta la puerta de la habitación.

ChangMin se tiró a los pies de la cama, buscando su voz con sus gritos y sus lágrimas que no llegaban.

'Si te duermes con sed, tu alma se separará de tu cuerpo e irá a buscar agua'

YunHo extrañaba a ChangMin, así que su alma decidió por él.

Y ese mito lo recordé yo porque me desperté debido a mi sed a las 4 am.

Me siento obligada a aclarar que el hilo rojo es el hilo que unía el cuerpo de YunHo con su alma. Algo así cómo el hilo del destino que une a dos personas que no pueden hacer otra cosa más que amarse.

Siento que no logre transmitir lo que quería, pero bueno. Que va.

Últimamente hay mucho en mi cabeza y poco escrito.