Decidir

¿JaeJoong o ChangMin?

YunHo había intentado no preguntárselo durante ese tiempo, pero era inevitable.

JaeJoong era su novio de toda la vida y ChangMin, ChangMin era su amante desde hace diez meses.

JaeJoong lo enamoró en dos años y ChangMin tuvo el descaro de hacerle perder la razón en tan solo dos días, cuando la empresa en donde trabajaba lo llevó a conocer la sucursal que yacía en Japón, liderada por el hijo del jefe que había estudiado toda su vida en el país nipón.

ChangMin no tuvo problema alguno en evitar que Jung YunHo gastara en un hotel, lo invitó a pasar las tres noches y cuatro días en su casa. Fue entonces, que todo comenzó.

YunHo amaba a JaeJoong, y a sus bonitos ojos grandes, la boca deliciosa que se abría esperando a su lengua dentro, la pasión del Kim por la cocina y lo mucho que se esforzaba en llevarle una comida digna a la boca, de labio a labio. YunHo amaba a JaeJoong con todo su corazón, a aquel ser que tomaba su mano y susurraba palabras de apoyo cada que lo veía caer.

Sin embargo, un hueco pareció formarse en la cresta de su cuerpo cuando llegó ChangMin, con la forma inusual de su boca y las piernas más largas y hermosas que había visto en su vida.

Desde el principio se vio acorralado, por eso advirtió al Shim que tenía un novio al cual amaba profundamente, que llevaban infinidad de años juntos y que se casarían algún día.

—Si realmente lo amaras tanto como dices—ciñó las manos a las caderas de YunHo, susurrando en su oído—no me lo dirías, porque quieres detenerme ¿cierto?, tú sabes que...el que no va a poder detenerse, eres tú.

YunHo sintió las piernas de gelatina en ese momento. Shim ChangMin pareció absorber de su cuerpo toda voluntad y pensamiento coherente, chupando sin descanso su ancho miembro.

Pero no, no era todo sexo a pesar de que quería verlo así, ya que de esa manera, todo seria sencillo.

Cuando se sentía triste, si. JaeJoong lo abrazara, murmurando cosas dulces que YunHo no podía oír, y luego, cuando visitaba a ChangMin, este tenía ya un consejo perfecto y palabras de aliento que le dibujaban una sonrisa al instante. ChangMin era su amigo.

Pero los amigos no te chupan la polla.

Intentó por todos los medios dejar de verse con el Shim, pero tan pronto cómo este se dio cuenta exigió a su padre una conferencia personal con el Jung.

ChangMin ganó de nuevo, YunHo se dio cuenta de que lo que había ocurrido no era resultado de una droga en el coctel. Shim ChangMin le atraía de la misma forma en que la miel atrae a las abejas.

—Cariño—llamó JaeJoong suave, YunHo apenas movió los ojos de su celular— ¿vas a salir?, tu mamá esperaba que cenáramos todos juntos antes de que me vaya a mi casa.

YunHo sonrió internamente. Estaba casi-casado con JaeJoong, sus familias estaban secretamente  pensando ya en los arreglos florares que se comprarían para la ocasión. YunHo y JaeJoong llevaban más años juntos de los que podían contar. No había nada. YunHo no entendía como es que aún no estaban casados.

—Lo siento amor, debo salir. Cosas del trabajo—agitó el celular sin dejar que el texto en este fuera notable, luego se acercó al Kim y besó su mejilla—regreso dentro de unas tres horas, avisa a mi madre por favor. Y vete con cuidado.

—Si—cerró los ojos al sentir el dulce tacto de los labios de YunHo contra su mejilla—cuídate. Te amo.

—Yo también. Te amo.

Agitó los cabellos negros del mayor, y se alejó saliendo por el gran portón.

No mentía. Lo amaba. Pero YunHo no sabía cuan fuerte era ese amor, o si era en sí, el más poderoso de entre todos. Específicamente de los dos, que gobernaban su alma y eclipsaban su razón.

El departamento de ChangMin había sido escogido por YunHo, por ello a él le encantaba estar allí.

Bajó del auto y subió al elevador, indicando el piso dos. ChangMin había elegido el piso y aunque creía que YunHo no lo sabía, la razón de que el número elegido fuera el dos, era porque ambos cumplían años el mes dos; febrero.

Sacó las llaves de su saco, abrió la puerta cuando estuvo frente a ella.

Vio la cabellera quebrada del menor sobre la cama, descansando con esa elegancia que tanto lo hechizaba.

Amaba a JaeJoong.

—ChangMin...despierta, ChangMinie...—sacudió el cuerpo largo del menor, acariciando las mejillas rosáceas.

—Yunni...YunHo, hola—ChangMin soltó un flojo beso, apenas rozando sus labios—lo siento, estaba cansado.

— ¿Soy yo o, estabas a punto de decirme "Yunnie"?—se burló.

—Ya te dije, sólo te diré así cuando sea tu cumpleaños y tu novio ese venga a bailar frente a mí un tango recitando "sé que YunHo te engaña conmigo y no me importa", blablabla—le mostró la lengua—es decir nunca.

—No—YunHo se acercó a los resecos labios del Shim, lamiéndolos con lentitud, humedeciendo la piel suave y mordiéndola un poco—y es que JaeJoong...no baila tango.

ChangMin sonrió, llevando sus grandes palmas al cuello tostado.

Amaba a JaeJoong.

¿Amaba a ChangMin?

Un momento, ¿amaba a JaeJoong?

¿Cuál de los dos sentimientos debería ponerse en duda?

ChangMin restregó su rodilla contra la entrepierna del mayor, robándole un jadeo largo mientras le mordía la oreja.

Amaba a JaeJoong.

Amaba a ChangMin.

¿Había algo de malo en no poder escoger?

Porque de una u otra forma, seguiría así. Amando a ambos de manera distinta, pero con la misma intensidad.

Tan fuerte.