Nada menos

—Te amo.

Esperó inconsciente. Las palabras yacían flotando en el aire, implorando por una respuesta, un movimiento.

ChangMin se inclinó hacia adelante sin quererlo.

—Repítelo.

—Que te amo...—la voz quebrada de YunHo respondió a su pedido, y sus labios se humedecieron por las lágrimas—desde hace mucho.

No dijo nada, ladeó la cabeza y respiró profundo.

—Una vez...más.

YunHo lo miró sin comprender, pero no se negó. 

Con las pestañas húmedas y los labios mojados, se dispuso a susurrar nuevamente lo que tanto le costó asimilar en su momento.

—Te amm...

Los labios de ChangMin chocaron con los suyos inocentemente, mas la lengua no tardó en aparecer, y esta devoró los retazos de lágrimas saladas.

—Ya entendí—murmuró apenas centímetros lejos de los labios del mayor—no soy idiota.

—Lo pareces—las manos de YunHo viajaron hasta la ancha espalda, y se aferraron con fuerza al suéter, como temiendo porque de repente el menor pudiera alejarse y olvidar lo que había ocurrido.

—Yo también—sopló contra el cuello de Jung.

— ¿También qué?

—También tú eres idiota.

No se quejó cuando ChangMin mordió su labio inferior para profanar su boca y robar de su lengua sus fluidos, una mano apretaba su cintura y la otra sus caderas. Fuerte.

YunHo sabía, eso se sentía bien.

Porque estaba siendo besado por Shim ChangMin. 

Nada más y nada menos, el tipo a quien su corazón había elegido para que fuera el amor en su vida.

—Eres mío.

—Me alegro de que te hayas dado cuenta—pegó la punta de su nariz con la de ChangMin—porque yo no iba a decírtelo nunca.

ChangMin sonrió, puso más firmeza en sus manos sobre el cuerpo de YunHo, y atacó de nuevo a los gruesos labios.

Si, en su vida, y en su muerte.